Situada en el estado de Baden-Wurtemberg hacia el suroccidente del país, la cruza el río Neckar. Allí llegamos en la noche procedentes de Maguncia en un viaje en carro de una hora. Nos alojamos el hotel Am Rathaus, un edificio antiguo de cuatro plantas, 4 estrellas, 160 euros la noche para tres incluido el desayuno, con excelente ubicación a un costado del ayuntamiento y cerca de todas las atracciones. A pesar de ser peatonal su casco antiguo, detrás del ayuntamiento puede dejarse el carro en un parqueadero subterráneo.
Heidelberg es pequeña, cuenta con 160.000 habitantes y es una ciudad universitaria, donde se encuentra la universidad más antigua de Alemania, fundada en el siglo XIV, aun en funcionamiento. Recibe estudiantes de todo el mundo, siendo los orientales una proporción muy alta.
Es una ciudad que puedes visitar en un día, llegando temprano estarás saliendo más o menos a las 5 de la tarde, pero ese tiempo lo vivirás intensamente entre sus edificios barrocos, paseos por el río, terrazas de café y restaurantes.
Iniciamos nuestro paseo visitando El Castillo, una fortificación que, debido a sus múltiples restauraciones y construcciones anexadas en diferentes períodos, podemos decir que es una mezcla de estilos y de épocas. Tuvo sus orígenes por los lados del siglo XII a partir de una abadía alrededor de la cual se fue creando la ciudad. Fungió como sitio de habitación de algunos príncipes y luego abandonado. Hoy está casi en ruinas, conservando su gran terraza y algunas habitaciones.
Allí se puede llegar a pie, subiendo la alta colina Königstuhl, 530 mts. (creo que para un turista que no ame mucho el senderismo, puede ser pesado) o tomando el teleférico que te lleva en unos 5 minutos. Este transporte tiene dos paradas, la primera, Molkenkur te deja en el castillo y la segunda sube hasta la cima de la montaña donde se hacen demostraciones de vuelos de halcones y es un parque natural. La entrada al castillo incluyendo el teleférico cuesta 12 euros.
Lo más atractivo del castillo es una gran terraza que permite admirar el valle del rio Neckar y la ciudad. En su interior se puede visitar la antigua farmacia y el salón que almacena el barril de añejamiento de vino más grande que se conozca. Realmente vale la pena por las vistas que de él se tienen.
Bajamos nuevamente en el teleférico y empezamos nuestro recorrido en la Plaza de Mercado, enmarcada por el edificio del Ayuntamiento o Rathaus y la fuente con la escultura de Hércules y rodeada de casas barrocas dentro de las cuales se destaca la del Hotel Ritter, un edificio hecho en piedra roja en el siglo XVI, propiedad de un noble y que es el único original de esta época.
Tomamos la Haupstrasse, calle principal de la ciudad que recorremos lo largo de 2 kilómetros y que finaliza en la Plaza Bismarck donde confluyen los diferentes transportes públicos.
A pocos pasos nos topamos con la Iglesia Evangélica Del Espíritu Santo del siglo XV cuya torre barroca es notoria desde cualquier punto de la ciudad. Construida en la misma piedra roja que el castillo, su interior es sencillo, amplio y luminoso, debido al sinnúmero de vitrales en sus paredes laterales. A pesar de haber sido construida pensando en que alojara los féretros del príncipe elector de la época y su familia, finalmente solo su esposa reposa allí, aunque la escultura la muestre con aquél. En el exterior hay pequeños puestos de venta de artesanías. Subiendo 200 escalones puedes apreciar desde la torre una panorámica de la ciudad.
Cerca vemos esta linda casa que hoy aloja el Hotel Dubliner y en sus bajos ofrece un pub, estilo irlandés. Este tipo de casas es muy común a lo largo de toda la calle y generalmente son hoteles, restaurante o almacenes.
En la parte de atrás del ayuntamiento y en las calles aledañas a la Haupstrasse, vemos los barrios donde habitan los locales.
Llegamos al antiguo edificio de la Universidad Ruperto Carlos (fundador, antiguo príncipe elector) del siglo XIV, la más famosa de Alemania. De ella se destaca La cárcel de los estudiantes y el auditorio. Allí estudiaron notables de la talla de Hegel y es famosa su facultad de medicina. Cuenta con varias sedes en distintos puntos de la ciudad.
Llegamos a la Kornplatz o plaza de los granos desde donde tenemos una hermosa vista del castillo. Allí se encuentra el Palacio del príncipe Carlos que hoy es utilizado como sala de fiestas y eventos. En el centro está la escultura de la Madonna. Saliendo de la plaza hacia la montaña, se encuentra la estación del funicular.
Cerca de allí visitamos la Iglesia de los Jesuitas, construida en el siglo XVIII en estilo barroco su fachada y torre son originales, de su interior solo se conserva el hermoso fresco religioso al fondo del altar. Diagonal está el antiguo colegio de esta comunidad, que hoy aloja oficinas de la universidad.
Finalmente, de la plaza de mercado, tomamos el callejón Steingasse que nos conduce al Antiguo puente o Puente de Carlos Teodoro, icono de la ciudad junto con el castillo, que conecta el casco antiguo con la parte nueva al otro lado del río Neckar. Del lado antiguo se encuentra la puerta de la ciudad cuyas dos torres eran parte de la antigua muralla. Fue mandado a construir por el príncipe elector Carlos Teodoro en el siglo XVIII.
Terminamos así nuestro recorrido por esta alegre y bonita ciudad.
Deja un comentario, tus datos nunca serán compartidos.
Estuve allí el lunes!! Lastima no haber tenido tu post!!!
Me gustaMe gusta