Desde Liubliana, nuestra sede en Eslovenia, dedicamos un día a cada una de estas ciudades, haciendo el recorrido en nuestro carro alquilado, en viajes de no más de dos horas desde la capital.
MARIBOR
Ubicada en la frontera con Austria, es ciudad universitaria y la segunda de Eslovenia, está situada al borde del Río Drava donde en verano se ofrecen paseos en barco. En su rivera hay gran cantidad de bares y cafés, algunos de ellos en barcos. Actualmente tiene unos 120.000 habitantes siendo muchos de ellos origen alemán. Fue fundada en el siglo XII, época de la que data su catedral.
Su casco antiguo es pequeño, con dos plazas: Plaza de la Libertad o Svobode, donde se encuentra la Iglesia Franciscana o Basílica de Nuestra señora de la Merced, que contiene una imagen de la virgen considerada milagrosa, por haber contribuido a la cura de una persona en Graz, Austria. Llaman la atención las estaciones talladas en madera, los frescos en el muro del coro y sus columnas.
En la plaza Grajsky, contigua a la anterior está el Castillo del siglo XV, que hoy aloja el museo de la ciudad, y a continuación la Plaza Mayor o Glavni donde se encuentra el Ayuntamiento y la Columna de la peste -tan común en todas las plazas de Europa del este- erigida en el siglo XVII en estilo barroco, con imágenes de santos en su parte baja y en lo alto una estatua de la Virgen.
En esta plaza podemos admirar los más lindos edificios de Maribor.
Yendo hacia el río, encontramos la Catedral de San Juan Bautista del siglo XII, en estilo gótico, es el único edificio que existe desde la fundación de la ciudad y sede de la arquidiócesis.
Y ya en la ribera del Drava subimos a uno de los barcos café a descansar y disfrutar de la tranquilidad de esta hermosa ciudad, cuya principal atracción es recorrer sus calles y admirar sus bellas construcciones.
Desde allí podemos ver la Torre del juzgamiento del siglo XIV, que formaba parte de las murallas antiguas de la ciudad y más adelante, La torre del agua parte también de aquellas, que hoy aloja una bodega de vinos.
Para los amantes de los deportes, aquí se encuentra la estación de invierno Pohorje, utilizada también en verano y otoño para practicar el senderismo, bicicleta, tirolina, etc. Igualmente, el río Drava es muy visitado para deportes de agua, especialmente el kayac.
LAGO BLED
En este lago de 2.7 kilómetros de área se encuentra la única isla del país. Está situado en los Alpes Julianos. Allí llegamos desde Liubliana en un viaje de 40 minutos en los que recorrimos los 55 kilómetros que lo separan de la capital. El paisaje es hermoso, pues está rodeado de montañas y bosques.
Para visitar la isla -su principal atractivo- tomamos una Pletna (10 euros), pequeña barca en madera, típica de la región, manejada a remo por un pletnarji. Para la partida, es necesario esperar a que la barquita, con capacidad aproximada de 12 personas, esté totalmente ocupada. Aproximadamente 10 minutos más tarde, llegamos a la Isla, cuya única edificación es la Iglesia de la Asunción de la Virgen, del siglo XVI ubicada en lo alto. Se deben subir 90 escalones hasta su entrada. Es realmente una capilla a la que rodea la leyenda de su campana. Según ésta, su campana original se hundió en el lago y la actual fue donada por el Papa, para calmar la tristeza del pueblo por su pérdida. Todas las navidades se hace un homenaje a esta leyenda. Desde lo alto de la isla, se logran unas fotos muy lindas del lago y su entorno.
En una de las montañas que lo rodean, encontramos en un sitio muy alto El castillo de Bled, al cual se puede llegar en coche de caballos o subiendo a pie. Infortunadamente no ingresamos. Allí se encuentra un museo de la imprenta y recuerdos de la época medieval. Hoy día es utilizado para recepciones oficiales y celebración de matrimonios.
Alrededor del lago hay lujosas quintas de recreo y algunos hoteles que ofrecen baños con aguas minerales provenientes de arroyos al norte del lago, que igualmente surten éste.
PIRAN
Situada en la costa adriática de Eslovenia, encontramos esta pintoresca ciudad medieval que nació gracias a sus salinas, de las cuales aún hoy se celebra un festival en abril de cada año. La sal, producida de manera artesanal, es considerada de alta calidad y se le ha concedido marca de origen.
Sus viviendas están ubicadas en lo alto de la colina y allí se sube por callecitas empedradas y estrechas donde hay pequeñas ventas de artesanías y casas de habitación. Al llegar a lo alto se encuentra la Iglesia de San Jorge del siglo XVII en estilo barroco, con un altar en mármol muy trabajado. Resalta su techo en madera con frescos que ofrecen diferentes escenas bíblicas.
Retomando nuevamente las escaleras de piedra que subimos para llegar a la iglesia, pero en sentido contrario, llegamos a la parte baja de la ciudad donde se encuentra la inmensa y hermosa Plaza Tartini, que fuera antiguamente el muelle de la ciudad y en el siglo XIX decidió cerrarse y crear la plaza que hoy vemos. Es de forma circular, rodeada por casas de la época de entre las cuales se destacan por su estilo, el Ayuntamiento y la casa Benecanka que conserva su estilo veneciano. En el centro, está la estatua en honor al músico Tartini quien nació allí y al final está el puerto.
Saliendo de la plaza caminamos a lo largo del puerto por un área más nueva pero igualmente bonita, en la que se encuentran hoteles, cafés y restaurantes, pues esta ciudad se ha convertido en sitio de veraneo para locales y visitantes europeos, por la belleza de su costa y mar cristalino en el cual tuvimos la oportunidad de darnos un refrescante chapuzón.
Dedicamos un día completo a cada una de estas ciudades, aunque pienso que la visita a Maribor puede hacerse en medio día.
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