¡Por fin llegó el día tan esperado de conocer Irán y todas sus joyas antiguas!
Salí de Taskhent UZBEKISTAN, a las 2:30 de la mañana rumbo a Estambul y de allí volé a Teherán, pues no hay vuelos directos entre estos dos países.
Llegué al aeropuerto Imam Khomeini a eso de las 13:30 horas, me dirigí a inmigración y ¡Oh sorpresa!…. pasaba el tiempo, el oficial de inmigración miraba detenidamente mi pasaporte, lo tocaba con sus dedos… llamó un supervisor, sin explicación fui apartada de la fila…, me sentía como una prófuga, nadie me explicaba qué pasaba, le pedí a un pasajero que esperaba a alguien, el favor de llamar a mi guía para avisarle que allí estaba…, me contestó: yo no hablo con ilegales…. angustia, tristeza, miedo, rabia, todo esto sentía en un país tan extraño para los occidentales y con una lengua aún más extraña para mí. Finalmente, un joven oficial aprovechó que su jefe no estaba presente y me informó que me iban a deportar, pues a mi visa le faltaba el sello y la firma de la embajada en Bogotá. Fue una angustiosa espera de 45 minutos hasta que, sin explicación alguna mi pasaporte fue sellado y pude salir.