BULGARIA 2016

Veliko Tarnovo

De Sofia nos trasladamos en tren a esta pequeña ciudad de 70.000 habitantes, distante 250 kilómetros de la capital.

Cometimos el error de viajar en tren y la verdad no lo recomiendo, es un viaje demasiado largo, pues para en muchas estaciones, tomando así 4 horas y media el viaje. Según nos dijeron más tarde, es más rápido viajar en bus, pues no hace paradas. La empresa que recomiendan es Etap, cuyo recorrido lo hace en tres horas y son cómodos.

En la estación tomamos un taxi al centro, distante 5 kilómetros que nos costó alrededor de 1.5 euros. Allí nos alojamos en el Hotel Studio, en el centro de la ciudad, $46 euros la habitación doble con buen desayuno, wifi y muy bien ubicado.

Veliko Tarnovo tuvo asentamientos tracios y romanos, de lo que dan fe recientes descubrimientos arqueológicos, fue capital del país en el siglo XII y hasta el XIV, sobresaliendo el zar Asen, quien luchó contra los bizantinos, erigiendo así el segundo imperio búlgaro que finalizó en el siglo XIV con la invasión de los Otomanos. La ciudad está al borde del río Yantra al lado del cual se encuentra el barrio Asena, donde en la antigüedad ejercían los comerciantes y artesanos de la capital. La parte alta de la ciudad y el casco antiguo se asientan en la colina, por lo que la mayoría sus calles y callejuelas son pendientes.

Qué ver:

Fortaleza de Tsarevets: Es el sitio más destacado de la ciudad y orgullo de sus habitantes, ubicada al lado del río Yantra y el barrio Asena, fue construida en la colina opuesta al casco antiguo en el siglo XII, como defensa contra las invasiones de los turcos. Desde su palacio real hoy en ruinas, gobernaba el zar Asen. Llegamos después de caminar 5 o 6 minutos desde el hotel, entramos y nos recibe un gran león antes de iniciar el recorrido por el camino de piedra hasta alcanzar la cima donde se encuentra la Iglesia del Patriarcado, cerca de la cual estaba la sede del patriarca de la época. Fue reconstruida en los años 80 del siglo XX y en su interior se encuentran frescos en estilo modernista, lo que hace que uno no se sienta en una iglesia ortodoxa.

La muralla de 12 torres se conserva en perfecto estado y en las noches prenden los reflectores logrando una preciosa vista. Dicen que hay un espectáculo de luz y sonido que recrea los sucesos de su época, pero el día que estuvimos no lo presentaron.

El recorrido interior es más bien una remembranza de los hechos ocurridos allí, hay muchas ruinas y lo único que visitas además de la iglesia, es la Torre de Balduino donde encontré exhibida esta hermosa ballesta, que me devolvió a las épocas en que en la televisión pasaban la serie de Guillermo Tell.

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Desde la torre y la iglesia, se logran muy bonitas panorámicas de la ciudad.

 

La entrada cuesta 3 euros.

Barrio Asenova: Como dije anteriormente, era en la época medieval el barrio de los artesanos y comerciantes, fue destruido a principios del siglo XX por un terremoto quedando parte de la Iglesia de San Demetrio que posteriormente fue reconstruida a su forma original, conservando algunos frescos que no sufrieron. No pudimos visitarla pues estaba cerrada.

Está también en el barrio la Iglesia de los 40 mártires, cuya primera construcción se hizo en el siglo IX cuando se proclamó el cristianismo como religión oficial del país. Durante el segundo imperio el zar Asen ordenó erigir un monasterio y allí fueron enterrados familiares del zar y el santo serbio San Sava. A la llegada de los otomanos fue convertida en mezquita y en el siglo XIX se proclamó allí la independencia de Bulgaria. Ha sido pues protagonista de la historia de la nación y por ello declarada monumento nacional. Fue restaurada en 2004.

Su nombre hace homenaje a los soldados muertos en enfrentamientos contra la invasión turca. El interior es pequeño, conserva fragmento de frescos originales y un diminuto iconostasio en mármol con las imágenes de María y Jesús.

Casco antiguo: Se compone básicamente de unas pocas calles empedradas donde encontramos sus famosas casas renacentistas y pequeños almacenes de artesanía elaboradas en los talleres de la calle Rakovski.  Vemos también la tradicional iglesia ortodoxa, la Catedral de la Santa Madre que, aunque imponente en su aspecto exterior y un interior con lindas pinturas e iconos coloridos, para los turistas no representa una atracción tan importante como las iglesias medievales de Asena.

A continuación, ya maleta en mano, tomamos un taxi para visitar a 4 ó 5 kilómetros de Veliko Tarnovo, el Monasterio de la Transfiguración en Arbanasi, construido en el siglo XIV durante el segundo imperio búlgaro, por orden de la zarina. Del monasterio original no queda nada pues fue arrasado durante la invasión otomana. El actual, data del siglo XIX, a un lado se encuentra el campanario recostado sobre la montaña.

Es una linda iglesia en forma de T cuyas paredes exteriores están decoradas con pinturas que representan flores, árboles y naturaleza en general y algunas imágenes religiosas.

El interior tiene hermosos frescos que representan escenas de la Biblia, entre los cuales sobresale el de la Dormición de la Virgen ubicado en la parte superior del iconostasio y el de los santos Cirilo y Metodio. Otros muestran escenas de la ciudad y el campo.

Su iconostasio en madera y enchapado en plata muy trabajada, tiene 6 cuerpos y los tradicionales iconos de Jesús y la Virgen.

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Alrededor de la iglesia está el monasterio y su comedor al aire libre, con pinturas que representan escenas del paisaje de la región.

Es un sitio muy solo, había un turista y no vimos los monjes, aunque nos dicen que aún los hay, la entrada es gratuita.

Salimos después de un visita de media hora, rumbo la estación del tren.

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