De Sinaia continuamos nuestra ruta para visitar el Castillo de Bran o como popularmente se le conoce, el Castillo de Drácula.
Aquí, lamento decirlo y contrariar a quienes les gusta, me sentí en Disney. Sin embargo, no puedes ir a Transilvania y dejar de visitar este famoso castillo. Mi recomendación es llegar muy temprano, abren de 9 de la mañana a 18:00 de martes a domingo y el ingreso cuesta 6 euros. La fila de espera puede tardar hasta hora y media. Durante este tiempo estás rodeado de un sinfín de almacenes que venden imágenes de Drácula, caricaturas feas, bonitas, chinas, burdas…etc, todo un espectáculo rocambolesco de figuras de un icono, que nada tiene que ver con los verdaderos dueños del castillo.
Esta fortaleza fue construida en el siglo XIV por el rey Luis el Grande de Hungría -país al que pertenecía la región de Valaquia en esa época- como sitio de defensa de las invasiones otomanas y punto de recaudo de impuestos en la frontera con Rumanía. Más adelante sirvió como lugar de verano de los reyes de la Rumanía unificada y en el siglo XX fue la residencia de la reina María. Durante el período soviético fue convertido en museo y en los años 90 del siglo pasado se abrió al público como atracción turística.
En cuanto a Vlad Tepes, quien personifica el Drácula del libro de Stoker, fue un conde y gobernador del distrito de Brasov -donde se encuentra el castillo- a quien el rey designó para contraatacar los invasores otomanos y tenía por costumbre empalar al enemigo capturado. Nunca vivió en el castillo y según dicen los locales, solo estuvo preso dos meses en una de sus mazmorras. Por cierto, su casa de nacimiento se encuentra en Sighisoara.
Así las cosas, finalmente entramos al castillo, una bonita construcción en lo alto de una colina, rodeado de bosque. Es pequeño y bien conservado, con lindas torres y vistas a la ciudad de Brasov, sin embargo, la decoración deja mucho que desear, unas pocas fotos de la reina María y una mezcla de muebles traídos de diferentes sitios. Realmente después de ver la elegancia y sobriedad del castillo de Peles, éste pierde todo interés.
BRASOV
Dicen que es la ciudad más turística de Rumanía, por bonita y porque queda en el centro del país en la región de Transilvania, equidistante con la mayoría de los sitios a visitar. Asimismo, es recibe en invierno muchos esquiadores en su estación Poiana Brasov.
Allí llegamos en la tarde a hospedarnos en el hotel Casa Reims, 50 euros la habitación doble con buen desayuno, es una casa antigua ubicada a 5 minutos a pie del casco antiguo.
Su primer asentamiento data del siglo XIII, por parte de la orden de los caballeros teutónicos, de ahí su similitud con la arquitectura alemana de la época medieval. Actualmente tiene 290.000 habitantes en contraste con 1989 cuando contaba con 350.000, disminución debida a la emigración de sus habitantes hacia Europa occidental en busca de mejores oportunidades de trabajo.
Es una de las siete ciudades amuralladas de Rumanía y su ciudadela, -construida entre los siglos XV y XVII como defensa de los otomanos- aunque tiene mucha parte en ruinas aún conserva algunos bastiones y las puertas de entrada Sheim restaurada en el siglo XIX y Santa Catalina, original de la época medieval.
Su plaza principal Piata Sfatului a la que se accede por la calle Republicii, tiene como punto central el edificio del antiguo ayuntamiento del siglo XV en estilo sajón, donde hoy funciona el museo de historia y la oficina de turismo. Todo el casco antiguo es peatonal, lo que hace muy agradable y tranquila la visita.
Está rodeada de edificios barrocos y renancentistas muy coloridos, entre los cuales se encuentran las casas de los diferentes gremios de comercio.
A partir de la plaza discurren callecitas pintorescas y alegres, donde en verano se instalan terrazas con bares y cafés.
A un costado de la plaza se encuentra la Iglesia Negra o Biserica Neagra, iglesia católica de estilo gótico construida en el siglo XV, considerada la más grande de Rumanía. Debe su nombre a un incendio que dejó ennegrecidas sus paredes, aunque hoy las vemos en el color natural de la piedra.

En el otro costado de la ciudad encontramos la PiataUnirii, donde se encuentra la Iglesia de San Nicolas, que en su arquitectura ofrece diversos estilos arquitectónicos, pasando por el barroco, gótico bizantino…. Fotos tomadas de Wikimedia , by Sailko y Andrés Dan Suici.
Puede visitarse también la montaña Tampa, -yo no lo hice- a la cual puedes subir a pie en un recorrido de una hora o tomar el teleférico y disfrutar de la vista del centro antiguo. El programa en esta ciudad es pues recorrer sus calles y plazas, disfrutando de su arquitectura.
RASNOV
En esta ciudad cercana a Brasov, la visita obligada es la ciudadela construida por los caballeros teutones en el siglo XIII, como parte de las ciudades amuralladas erigidas en defensa de los turcos otomanos y los tártaros.
Está abierta diariamente de 9:00 a 19:00 y la entrada cuesta 3 euros. Se puede subir en el carro o dejar éste en la parte baja y montarte en una especie de tractor adaptado para llevar los turistas hasta el interior de la fortaleza.
Ingresamos por una de sus torres, en la que nunca supimos por qué, hay una imagen de Carol I – un alemán de la familia Hohenzollern- designado en el siglo XIX como príncipe de Rumanía y llegamos a la primera parte donde están las casitas antiguas en las que se alojaban los campesinos en caso de invasión y hoy son pequeños almacenes de artesanías. De pronto te encuentras un acordeonista con su ropa típica tocando canciones para los turistas a cambio de una moneda.
En esta área las calles son empedradas, saliendo a la parte alta recorres caminos de tierra hasta lo alto donde se encontraba la parte defensiva. Desde allí se logran unas buenas vistas del pueblo de Rasnov y logras unas buenas fotos. Es una visita que te puede tomar hora y media.
Llama la atención en estas dos ciudades, ver su nombre adosado a lo más alto de la montaña, al estilo Hollywood.
Por último les dejo este hermoso atardecer en los Cárpatos, tomado cuando íbamos hacia Brasov, un pastor con su rebaño -actividad muy destacada en el campo- y casas típicas campesinas, escenas que captamos cuando por error entramos en una una carretera veredal que nos llevó por toda la campiña rumana.
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