La capital de la República de Eslovenia, en sus inicios -como la mayoría de las ciudades europeas- estuvo ocupada por los romanos cuyo primer asentamiento, en la colina del castillo, fue la ciudad de Emona. Pasó bajo el dominio de los francos, de Francia en la época napoleónica, del imperio Austro Húngaro y luego de la Gran guerra formó parte del Reino conformado con Serbia y Croacia. Al final de la segunda guerra mundial fue la capital de la República socialista de Eslovenia, anexada a la Yugoslavia de Tito.
Al caer el régimen soviético y tras la disolución de Yugoslavia el país finalmente logró su independencia a finales de 1991 y Liubliana se consolidó como capital.
Es una ciudad de aproximadamente 300.000 habitantes con gran cantidad de árboles y espacios verdes, entre los que se destaca el Parque Tívoli.
Allí llegamos en tren procedentes de Zagreb en Croacia, un viaje que toma 2.5 horas y solo cuesta 9 euros. Frente a la estación de trenes encontramos el representante de Hertz con quien alquilamos el carro tres días, a un costo de $126 euros.
Nos alojamos en el City center apartment conseguido a través de AirBnB, $198 euros 4 noches, un precio bastante bueno, cómodo, bien dotado, con excelente ubicación a 5 minutos a pie del casco antiguo; una zona residencial cerca del río y con supermercado cercano.
Qué ver en Liubliana:
El Rio Liublianiça atraviesa la ciudad y separa el casco antiguo de la parte moderna y comercial. En verano los jóvenes hacen surfing de remo y hay oferta de paseos en barco, desde donde se pueden apreciar las lindas casas y palacios del siglo XIX, en estilo Art Nouveau además de las obras del arquitecto José Pleçnik de quien dicen transformó la ciudad en la primera mitad del siglo XX.
Los puentes
Sobre el río hay varios puentes, siendo el más famoso el Puente de los dragones –cerca del Mercado– construido a principios del siglo XX. Reemplazó el antiguo puente del carnicero que era en madera. Acerca de su nombre existen dos leyendas, la primera hace referencia a San Jorge y la otra nos remonta a la época de Jason y los Argonautas, según la cual éste llegó a la ciudad a salvar una joven que había sido raptada por un dragón. Las esculturas de los dragones, ubicadas en cada extremo son grandes y expresivas, a lo largo de la baranda encontramos figuras más pequeñas y la placa de inauguración del puente por parte de los Habsburgo.
Seguimos caminando y nos topamos el puente del Zapatero, llamado así por estar cerca de los comercios de este gremio y a continuación el tradicional puente donde los enamorados ponen sus candados.
El famoso Puente Tromostovje o puente triple, lo encontramos entre el casco antiguo y la plaza Prešeren, a partir del cual empieza la parte más moderna de la ciudad.
En aquella plaza está la Iglesia de la Anunciación, en color rosado fuerte, construida inicialmente por los monjes agustinos en el siglo XVII y administrada actualmente por los franciscanos, que adyacente a ella tienen su convento. En el interior sobresalen los frescos que cubren el techo y respaldo del altar y el coro con su hermoso órgano.
En la plaza nos topamos con la estatua de Prešeren, quien con Pleçnik, contribuyó al embellecimiento de la ciudad.
Casco antiguo
Es pequeño y se recorre fácilmente. Iniciando en la calle Mestini deambulas admirando los lindos edificios barrocos y art nouveu, hasta llegar a la Plaza del Ayuntamiento, edificio gótico del siglo XV, que nos remonta a la arquitectura veneciana, frente a él está la Fuente de los tres ríos o fuente Robba y a su alrededor edificios barrocos y renacentistas.
A continuación, encontramos la Catedral de San Nicolás, construida en el siglo XVII sobre una iglesia del siglo XII, los frescos en su interior son deslumbrantes y muy bien conservados.
En la Plaza del congreso, está la Iglesia de Las Ursulinas, en estilo barroco, de la que solo vimos su fachada pues estaba cerrada, el edificio de Academia Filarmónica y un hermoso edificio de la Universidad de Liubliana.
Tomamos luego una excursión en barco por el sinuoso rio Liublianiça, un paseo de aproximadamente una hora en el que vas recorriendo los distintos puntos de la ciudad y admirando su arquitectura. Las orillas son agradables, pues encuentras un sinnúmero de cafés y bares.
El Castillo: De forma circular, está situado en una colina en el centro de la ciudad, se llega tomando el funicular o subiendo por senderos entre el bosque. La entrada regular -que incluye el viaje en el funicular-, cuesta 10 euros o 7 si eres mayor.
En la época de los romanos existía allí una fortaleza e iglesia, en lo que fuera la ciudad de Emona, ésta desapareció y hacia el siglo XVI se construyó nuevamente el castillo que sufrió varias reformas dependiendo bajo el dominio de quién estuviera la ciudad. Tiene un gran patio que hoy se utiliza en diferentes eventos recreativos, hay dos restaurantes y un pozo de la época medieval.
Aún está la pequeña Iglesia de San Jorge, una capilla de la época de los Habsburgo.
Se puede subir a una de sus torres por una escalera circular y desde lo alto obtener unas bonitas fotos de diferentes áreas de la ciudad.
Allí se aloja el museo de la historia Eslovena y el museo de marionetas, en otras alas hay salones para reuniones, oficinas y se ha adecuado una gran estancia para celebración de matrimonios.
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Que ciudad tan linda! Se le ve lo amable por encima 🙂
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