Luis II, de la familia Wittelsbach y apodado el Rey Loco, reinó en Baviera en el siglo XIX. Nació en el castillo de Nymphemburg en Munich y murió en el lago Starnberg en circunstancias extrañas a la edad de 43 años. Debe el apodo a su temperamento taciturno, más interesado en la poesía, las artes, la música y la literatura que a los asuntos del estado. Fue diagnosticado enfermo mental por su siquiatra. Gran admirador y mecenas de Richard Wagner y su música, el maestro era asiduo visitante de su castillo.
Para ir a los castillos se puede tomar una excursión desde Munich, el tren hasta Fussen y luego un autobús o en carro alquilado en un viaje de casi dos horas por carreteras con un hermoso paisaje, pequeños pueblos y colinas, tan bonito que no te das cuenta de cuándo pasó el tiempo.Es recomendable comprar por internet los billetes de entrada a los dos castillos cercanos a Fussen, pues al ser uno de los sitios más visitados de Alemania, asignan hora para ingresar de tal forma que, si no lo haces puede ocurrir que llegues y no haya turno de entrada, además la fila es interminable. El billete combinado cuesta 25 euros.
Hay parqueadero para los carros a 10 minutos de la caseta de billetes. Cuando se compran éstos por internet, te devuelven una orden para retirarlos en aquella a una hora determinada, si no llegas a tiempo, puedes perderlos.
El primer castillo que visitamos fue el Hohenschwangau, construido por el rey Maximiliano II a partir de una antigua fortaleza. Está ubicado en lo alto de una montaña desde donde podemos divisar esta zona alpina donde hay 4 lagos y bosques que fueran el coto de caza del rey. Desde la caseta de billetes se sube a pie por 90 escalones empinados, en una caminata de aproximadamente 15 minutos hasta alcanzar el patio exterior donde se destaca la fuente con un gran cisne.
El castillo tiene dos alas, en la primera que es la que se visita, habitaban los reyes y sus hijos vivían en la segunda. Solo se puede acceder mediante visita guiada que toma alrededor de 40 minutos. No está permitido tomar fotos en el interior. El tour guiado nos lleva por el salón oriental, la sala de música de Luis II, la habitación de los reyes, el salón de los héroes, etc.
Desde su terraza se logran unas buenas fotos de los lagos, los Alpes y la sabana donde a lo lejos se ven distintos pueblitos, al igual que del castillo de Neuschwanstein.
Finalizada esta visita, nos dirigimos al segundo castillo al que se puede llegar en el bus (2 euros) que encontramos al bajar, en coches de caballos (9 euros) o a pie para los amantes de las caminatas de montaña. Es muy empinada la subida, nosotros fuimos en el bus, que toma alrededor de 20 minutos en llegar.
Castillo de Neuschwanstein: El bus te deja a unos diez minutos a pie del castillo y debes subir hasta el patio trasero, donde está la entrada para los visitantes. Debo decir que no es aconsejable para quien tenga dificultad para subir escaleras, son muy altas y estrechas y tienen varios tramos para alcanzar los salones y habitaciones ubicados en pisos diferentes. La visita es guiada, dura media hora y no permiten tomar fotos.
El castillo de finales del siglo XIX fue el último mandado a construir por el rey. Nunca lo habitó, aunque pasó allí algunos días antes de su muerte en 1886. Aquí Luis II dio rienda suelta a su amor por las artes decorando las paredes con pinturas que representan momentos de las obras de su amigo Richard Wagner.
En el recorrido pasamos por la Habitación real, el Estudio del rey, el Salón de los Cantores y el más impresionante: El Salón del Trono, tiene un área de 240 metros y es un homenaje a la dinastía de los Wittelsbach, representado en las pinturas murales donde encontramos los 6 reyes de ésta y los doce apóstoles. En cada costado del salón, un conjunto de arcos muy decorados sostiene un segundo nivel y al fondo hay una semi cúpula dorada, dándole la apariencia de iglesia. Enfrente está el trono. A continuación vamos saliendo del castillo, pasando por las cocinas.A mi modo de ver, siendo el interior del palacio bonito, nunca iguala la belleza de su exterior especialmente la panorámica que puedes ver a lo lejos.
Ya fuera y muy cerca de aquél, se encuentra el puente Marienbrücke que une el risco donde reposa el castillo con otro risco al frente. No estuve en el puente, sin embargo, sé que desde él se logran las mejores fotos de Neuschwanstein, por lo que un sinnúmero de personas lo visitan.
CASTILLO DE LINDERHOF: Está ubicado a una hora de los anteriores y desde ellos solo se puede ir en carro o taxi. La otra alternativa es tomar una excursión desde Munich, que te lleva a los tres castillos. La entrada cuesta 8.50 euros y la visita es guiada solo en alemán e inglés. No se permite tomar fotos.
Este fue el único castillo que Luis II pudo terminar antes de su muerte. Es muy lujoso, aunque a mi modo de ver, bastante recargado. Su estilo rococó está llevado al máximo tanto en sus muros como mobiliario. Está construido en una zona boscosa cerca de un antiguo palacio de su padre Maximiliano.
En su decoración tiene gran influencia del Palacio de Versalles, toda vez que allí se construyó un salón de los espejos, aunque en tamaño reducido. Gran admirador de Luis XV, en el vestíbulo donde empieza la visita instaló una estatua ecuestre de aquél, que preside el salón Visitamos diferentes estancias, cada una de color diferente: Lila, rosado, amarillo, azul, es decir todo un arco iris donde el rey tenía su oficina, recibía dignatarios, salones de alfombras y otras salas con distinta destinación. Cada una de las dependencias es pequeña a excepción de la habitación.
El Dormitorio del Rey es impactante: una gran cama con baldaquino dorado y azul al fondo de la cual, en lo alto, está el escudo familiar y la rodea una gran baranda en barrotes de color dorado. Es la dependencia más amplia del castillo.
El Comedor, muy rococó también, tiene la peculiaridad de que su mesa está instalada sobre un dispositivo al nivel del piso, que permitía bajarla hasta el nivel de la cocina, cuando el rey quería comer solo.
Tiene una amplia zona de jardines y fuentes entre las cuales se destaca la de Neptuno. Frente al castillo vemos una gran piscina rodeada de jardines y al fondo un complejo de terrazas con jardines, que alojan una fuente y la estatua de María Antonieta. En la parte alta de aquellas se encuentra un kiosco en forma de templo griego dentro del cual se erige una estatua de Venus. A lo largo de los jardines, donde hay gran cantidad de estatuas dedicadas a dioses, ángeles, damas etc., hay varios pabellones como el marroquí, el morisco, el kiosco de música y el antiguo palacio de su padre, entre otros.
Es pues un sitio donde Luis II dio también rienda suelta a su admiración por los personajes franceses, las figuras poéticas, las leyendas de la música de Richard Wagner y a su gusto por el arte.
OBERAMERGAU: a unos 15 minutos de Linderhof llegamos a este precioso pueblo de Baviera, famoso por su tradición de escenificar cada diez años la pasión de Cristo con la participación de sus habitantes, tradición que data de la época de la peste cuando el pueblo, para salvarse de la enfermedad hizo la primera representación y quedó comprometido a repetirla cada diez años.
Pero no hay que esperar diez años para visitarlo, aparte de la tradición, el pueblo es un museo al aire libre, la fachada de sus casas está decorada con lindas pinturas que representan los oficios, la pasión, y escenas de la vida diaria.
Sus habitantes se dedican a la talla de madera y hay gran cantidad de almacenes que venden la artesanía. Tallan figuras religiosas, de cuentos infantiles, personajes, etc. Son bastante costosas, pero su perfección amerita el precio pues llegan a parecer hechas en porcelana.
El programa aquí, es pues recorrer su calles, admirar sus casas con jardines florecidos, tomarte un café o refresco en una de sus muchas terrazas y cafés.
Por último, les dejo este músico bávaro tocando su organillo.
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