PRISTINA

Es la capital del país, tiene 200.000 habitantes, una ciudad pequeña pero acogedora en la que se respira un ambiente de renovación y por todas partes se ven obras civiles y construcciones de vivienda en proceso.

Llegamos procedentes de Belgrado en bus de la empresa Kimco, un viaje que toma 5 horas y cuesta 9.50 euros. Nos alojamos inicialmente en el hotel Town, 3 estrellas muy bien situado, 80 euros la noche, buena y limpia habitación pero pésimo desayuno. Nuestra segunda noche en la ciudad la pasamos en el Adria International, un buen hotel de 4 estrellas con igual precio que el anterior y donde tuvieron el detalle de prepararnos unos buenos sánduches para llevar de desayuno, en vista de que nuestro vuelo salía muy de madrugada. Ambos ubicados muy cerca del centro de la ciudad, a escasos 10 minutos a pie.

Recorrer Pristina y sus sitios de interés te tomará solo un día. La arteria principal es la Avenida Madre Teresa o Nene Teresa, de aproximadamente 1 kilómetro y medio alrededor de la cual gira todo el movimiento de la ciudad.

A lo largo de ella hay restaurantes y almacenes y al final se encuentra la plaza Skenderbau curiosamente construida en honor de un héroe nacional albanés, donde siempre se ve mucha gente, familias paseando con sus hijos, jóvenes, en la tarde oficinistas y ejecutivos que tras su jornada de trabajo deambulan y se toman un café y muy pocos turistas. Hay un sinnúmero de ventas callejeras especialmente cigarrillos de contrabando muy baratos.

Allí se encuentra el Monumento a la Madre Teresa de Calcuta, albanesa de nacimiento y muy venerada en esta ciudad, tal vez porque la mayoría de la población es originaria de esta etnia.

Encontramos más adelante la Torre del reloj, construida en el siglo XIX por lo otomanos y reconstruida después de la guerra de los años 90 del siglo XX con los ladrillos originales.

Mezquita Al Fatih, es en mi opinión el monumento más bonito de Pristina, fue construida en el siglo XV por el sultán Mehmet, conquistador de Constantinopla y fundador del imperio Otomano por lo cual es llamada también mezquita imperial. Tiene una gran cúpula y se destaca su hermosa decoración interior con flores en las paredes y coloridos detalles sobre la madera de sus techos y columnas.

Bazar: Está ubicado en el barrio otomano; a lo largo de sus calles hay diversos almacenes y puestos de frutas y verduras. En mi opinión no justifica su visita, es sucio y desorganizado y no hay nada especial para ver. Allí se encuentra una bonita casa del siglo XVIII, que alberga el Museo etnográfico de la ciudad.

A cinco kilómetros de Pristina visitamos el Monasterio de Gracanica, cristiano ortodoxo serbio del siglo XIV, del cual solo puede visitarse la iglesia y no permiten tomar fotos. Sus paredes interiores al igual que la cúpula, están decoradas con frescos de la época que representan pasajes de la biblia, su iconostasio es pequeño, finalizando en una gran cruz de madera, todo el edificio está hecho en piedra y adobe. En la parte de atrás, está el monasterio en el cual aún viven unas monjas. La localidad cercana está aún habitada por serbios para los cuales, aquél es un centro importante de su religión.

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